He escrito
para niños y jóvenes a la intemperie
Gabriel Janer Manila
El autor Gabriel Janer Manila, inicia su artículo haciendo mención de un acontecimiento literario al que tuvo que acudir a la isla de Palermo, llamado “La palabra que nombra las islas”. En dicho evento sus asistentes, escritores todos ellos, trataron el tema de la insularidad y su influencia en la creación literaria. Además, todos ellos presentaban una procedencia común: una isla.
Janer Manila, toma el término isla para explicarnos el significado de la palabra como término aislado y cargado de emociones y sensaciones significantes para el ser humano. Con esta metáfora el autor pretende trasmitirnos la libertad y la intemperie que se sienten cuando se está rodeado de mar, cuando se puede crear un mundo de ficción.
De una forma muy amena, evoca
sus recuerdos y nos describe algunos relatos de aventuras en el mar, contados por
su entorno más cercano en su infancia. Junto con la escuela, estas historias
hicieron crecer y forjar su imaginación y conocimiento. Así el escritor nos
afirma que sus primeros contactos con la ficción fueron gracias a las voces,
para él la literatura fue una voz resurgida de las viejas memorias, que nutría
su aprendizaje y en ocasiones actuaba de refugio frente al caótico mundo que
nos rodea.
Retomando el nombre del evento,
Janer Manila nos explica que las palabras
contienen múltiples significados,
conformados a lo largo del tiempo en el lenguaje para construir esos deseados mundos
ficticios. En relación con lo anterior, reflexiona sobre el poder que nos
proporcionan las palabras cuando nos trasmiten experiencia humana, al mismo
tiempo que nos definen nuevas realidades. Para él, cada uno de nosotros somos
una isla, en la que todos podemos recrear nuestros sueños y ambiciones y ver
reflejado lo imposible de la vida mediante el arte del lenguaje, que todos conocemos
como literatura.
Su literatura es la expresión
de todas las voces que ha escuchado a lo largo de su vida, es un mundo hecho
con un lenguaje libre y alterable, con palabras y voces que nos llegan del
exterior, llenas de memoria de otras generaciones anteriores. Por ello nos dice
que la palabra nunca olvida. Así nos
manifiesta que la literatura es un arte para solitarios, retomando la metáfora
de la isla, nos explica que para crearla formamos mundos imaginarios y metafóricos
mediante un lenguaje poético, que posee
memoria e incluso a veces un saber inexistente o recreado.
El artículo se puede consultar aquí.
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