martes, 1 de octubre de 2013

   

He escrito para niños y jóvenes a la intemperie

Gabriel Janer Manila



   El autor Gabriel Janer Manila, inicia su artículo haciendo mención de un acontecimiento literario al que tuvo que acudir a la isla de Palermo, llamado “La palabra que nombra las islas”. En dicho evento sus asistentes, escritores todos ellos,  trataron el tema de la insularidad y su influencia en la creación literaria. Además, todos ellos presentaban una procedencia común: una isla.

           Janer Manila, toma el término isla para explicarnos el significado de la palabra como término aislado y cargado de emociones y sensaciones significantes para el ser humano. Con esta metáfora el autor pretende trasmitirnos la libertad y la intemperie que se sienten cuando se está rodeado de mar, cuando se puede crear un mundo de ficción.

             De una forma muy amena, evoca sus recuerdos y nos describe algunos relatos de aventuras en el mar, contados por su entorno más cercano en su infancia. Junto con la escuela, estas historias hicieron crecer y forjar su imaginación y conocimiento. Así el escritor nos afirma que sus primeros contactos con la ficción fueron gracias a las voces, para él la literatura fue una voz resurgida de las viejas memorias, que nutría su aprendizaje y en ocasiones actuaba de refugio frente al caótico mundo que nos rodea.

            Retomando el nombre del evento, Janer Manila nos explica que las palabras contienen múltiples significados, conformados a lo largo del tiempo en el lenguaje para construir esos deseados mundos ficticios. En relación con lo anterior, reflexiona sobre el poder que nos proporcionan las palabras cuando nos trasmiten experiencia humana, al mismo tiempo que nos definen nuevas realidades. Para él, cada uno de nosotros somos una isla, en la que todos podemos recrear nuestros sueños y ambiciones y ver reflejado lo imposible de la vida mediante el arte del lenguaje, que todos conocemos como literatura.


          Su literatura es la expresión de todas las voces que ha escuchado a lo largo de su vida, es un mundo hecho con un lenguaje libre y alterable, con palabras y voces que nos llegan del exterior, llenas de memoria de otras generaciones anteriores. Por ello nos dice que la palabra nunca olvida. Así nos manifiesta que la literatura es un arte para solitarios, retomando la metáfora de la isla, nos explica que para crearla formamos mundos imaginarios y metafóricos  mediante un lenguaje poético, que posee memoria e incluso a veces un saber inexistente o recreado. 

El artículo se puede consultar aquí.

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