El autor narra una versión diferente sobre el
desenlace de la obra de la Celestina de Fernando de Rojas. En ésta ninguno de
los protagonistas muere. Es más, se casan y tienen una hija, Alisa. Azorín se
sirve de las nubes y la descripción de todas sus clases para expresar la idea
principal del texto: el eterno retorno.
Esta idea se ve reflejada en el momento en el que
Calisto está pensativo en su casa y contempla como el inicio de su historia de
amor que él un día vivió se vuelve a repetir, pero esta vez de mano de su hija.
Esa idea de eterno retorno queda recogida principalmente en los siguientes
fragmentos: “las nubes nos dan una sensación de inestabilidad y eternidad…Estas
nubes que miramos las miraron hace doscientos, quinientos, mil, tres mil años,
otros hombres con las mismas pasiones y las mismas ansias que nosotros” y
“vivir es ver volver. Es ver volver todo en un retorno perdurable, eterno; ver
volver todo –angustias, alegrías, esperanzas- como esas nubes que son siempre
distintas y siempre las mismas, como esas nubes fugaces e inmutables”.
Por último y en cuanto a la forma, destaca descripción profunda y abundante,
a través de la cual podemos llegar a conocer con gran detalle el entorno en el
que se desarrolla la acción y el mundo interior de Calisto en ese momento de su
vida.
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