miércoles, 16 de octubre de 2013

El teatro, cenicienta de la literatura infantil


El teatro infantil y la dramatización se dejan de lado cuando se habla de Literatura infantil. Esto se demuestra con hechos como que no abundan ni permanecen ediciones, consiguiendo así, privar al público de éstas. Como se ve, la falta de teatro infantil es un hecho, pero también lo es el desaire que le hace la crítica literaria, la historia de la literatura y la industria editorial.
Este acontecimiento  es sobretodo paradójico, ya que se conocen circunstancias que sitúan al teatro infantil en lengua española en posición ventajosa respecto a los otros géneros. Alguna de estas condiciones es que hay muchos escritores consagrados que escriben obras teatrales infantiles como Benavente, Casona o Laura Olmo. Por tanto, con esto se demuestra que el teatro no es un suceso tan insólito entre nosotros.
En cuanto a la dramatización, no es de extrañar que las nuevas orientaciones pedagógicas reclamen su introducción en la enseñanza. No obstante, no se debe olvidar que ésta jamás puede ser fruto de la improvisación y que para interpretarla o enseñarla se debe tener un mínimo de conocimientos históricos y de crítica literaria. Actualmente, hay muchos autores que luchan por darle un papel principal al teatro y la dramatización, entre éstos, destaca Jacinto Benavente.
Este autor defendía la necesidad de un teatro infantil para niños  escrito por autores reconocidos, ya que consideraba que los niños eran los grandes olvidados de la sociedad. Por este motivo, él creía que era necesario un teatro sin ironías, que no fuera demasiado inocente ni con una pretensión  docente o utilitaria. Pero sí con hechos alegres, fantasiosos,  entusiastas y esperanzadores. Otro aspecto que repudiaba era que los niños actuaran en los teatros, sí podían verlos o representarlos con un fin lúdico, pero no como trabajo profesional.

Su proyecto fracasó por la mentalidad de los padres burgueses, pero aún así realizó obras grandiosas como El príncipe que todo lo aprendió en los libros, La Cenicienta o Y va de cuento, entre otras. No obstante, también hay que destacar la aportación que su trabajo ha tenido al teatro infantil, ya que fue uno de los primeros en valorar a los niños, abrió la brecha para que otros autores escribieran teatro infantil e impulsó que se financiara o subvencionara proyectos como el de él. 

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